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Mostrando entradas de febrero, 2018

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El 14 de febrero hubo otro Mass shooting en Florida. Básicamente un chico de 19 años mató con un arma automática a 17 estudiantes de una High school. El suceso es trágico y no es aislado en Estados Unidos, donde se han puesto en evidencia los detractores y los defensores de la libre circulación de armas. Me emocioné al escuchar la declaración de una superviviente a la masacre, pidiendo más regulación y haciendo una crítica férrea a la asociación nacional del rifle y al presidente Trump. Son conmovedores los mensajes en las redes sociales, pero no es suficiente. Nada de esto es suficiente. Los estudiantes, los de secundaria, los más afectados por estas aberraciones, salen a la calle, en concentraciones, en conferencias, para hablar sobre este tema, e intentar impedir que no vuelva a suceder. Las declaraciones de unos chicos que los adultos consideramos aún menores, me han dejado anonadada por su claridad, su valentía, su solidaridad, su respeto por todo el mundo. Estoy orgullosísima de

Me he enamorado

Me he enamorado, total y perdidamente , de la música country. Hace unos meses descubrí una cadena de radio, la 102.5 en la FM, dónde toda la música era country, y me he convertido en fan número uno, hasta el punto de que en casa sólo quiero escuchar música de este tipo, y mis amantísimos hijos y mi marido empiezan a estar hasta las narices de mis nuevos gustos musicales. Pero es que este tipo de música es totalmente espectacular para mis sentidos. Me encanta escuchar las canciones de Thomas Rhett, de Blake Shelton, de Kelsea Ballerini y de Keith Urban, contando amores y desamores, ya sean de parejas, de amigos o de amores no correspondidos. Normalmente cantado en primera persona, y contando una historia emotiva que me permite llorar mientras me imagino mentalmente lo que los cantantes van contando en la canción. Y la música que acompaña estos versos cargados de sentimiento es sencillamente espectacular. Tonadas lentas que van acelerando, que se te quedan en la mente incluso cuando han

Experiencias en la costa oeste: 12. San Francisco

Arriba y abajo, arriba y abajo, así puedo describir nuestros vaivenes en una de las ciudades, eso dicen, más bellas de la costa oeste de los Estados Unidos. Después de que el padre de mis hijos organizara milimétricamente unas extraordinarias vacaciones en  diez parques naturales de la costa oeste, sin ningún fallo en su haber, habiendo cambiado cada día de alojamiento, disfrutado de las mejores vistas y las mejores excursiones con los espectáculos naturales más fantásticos del mundo, él me pidió que yo organizase las visitas a San Francisco , donde pasábamos los dos días con los que terminábamos nuestra aventura de la costa oeste. Pero no me pidió que lo organizase milimétricamente. Y los dos sabíamos que yo no era él. Aún así, él se arriesgó y tuvo que atenerse a su decisión. No consulté páginas web que contasen lo mejor que podíamos visitar en San Francisco, no, eso era demasiado fácil para mi menda. Lo que hice fué mandar un par de whattsapp a unos amigos que sabíamos habían

El peor cumpleaños de mi vida

Cumpleaños de antaño (es decir, el mío): yo celebraba mi cumpleaños con mis abuelos, (con la suerte de que tenía a los cuatro), mis padres, y mi hermana. ¿Cómo lo celebrábamos? Pues con una comida NORMAL y un pastel ESPECIAL. El pastel era mi preferido, de limón y nata y crema quemada en la parte superior. Para lamerse los dedos. Mi madre encendía las velas, yo pedía un deseo que no contaba a nadie para que se cumpliera (y que nunca se cumplía), soplaba las velas, mis queridos miembros de la familia aplaudían y mi abuelo tiraba una foto. Sólo una, por supuesto, de aquellas de cámara fotográfica y carrete de treinta y seis fotos para revelar. Si acaso, recibía algún pequeño regalo que me hacía ilusión, y besaba a mis padres y abuelos dándoles las gracias por asistir a mi cumpleaños. Todo un acontecimiento. Cumpleaños actual (es decir, el de uno de mis pequeñuelos): un mes antes del cumpleaños, empiezo a preguntar a mi hijo dónde quiere celebrar su cumpleaños. Aquí en Massachuse