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Mostrando entradas de marzo, 2017

Estrechando relaciones

En invierno, todo en Massachusetts parece más cercano, más familiar. Como el frio es intenso, nieva dia si dia también, hay tormentas de nieve por doquier y el gobernador sale por la tele aconsejando no salir de casa durante las susodichas tormentas, el ambiente familiar dentro de las cuatro paredes de la casa es obligado. Eso de discutir y largarte de casa pegando un portazo para dar una vuelta en coche no es factible en los meses de invierno, ya sea porque el frío te hiela los mocos justo en el momento de cerrar la puerta, ya sea porque la cantidad de nieve acumulada delante de la puerta del garage impide poder sacar el coche. O sea, que las familias están bien avenidas, obligadas o no.  Cuando las tormentas de nieve han acabado, dejando atrás unos paisajes blancos increíblemente maravillosos y la gente puede regresar a sus tareas cotidianas, como ir al trabajo, a la escuela o a pintarse las uñas, empieza la estrecha comunicación en las calles de Boston y alrededores. Calles que

La sal de la vida

En mi tierra patria, en la costa mediterránea, la sal es el condimento más usado en la cocina. Siguiendo las recetas de mi madre, añado sal a casi todos los platos que cocino, ya sea carne, pescado, vegetales, caldos, pasta, arroces... e incluso ¡en algunos postres dulces! La sal es uno de los ingredientes imprescindibles en nuestra cocina. La única diferencia entre la sal de cocina usada a orillas del Mediterráneo y la sal de cocina que uso a orillas del Atlántico es que aquí la compro Kosher por tener mejor sabor. Pero durante los fríos meses de invierno, la sal es uno de los ingredientes principales e imprescindibles en Massachusetts fuera de la cocina. La sal es totalmente necesaria para poder circular, en automóbil o a pie, por las calles de las poblaciones de este estado americano cuna de la constitución americana. Sin sal en las calles, las carreteras y las aceras, se habrían producido un montón de caídas, deslizamientos y accidentes. Sin la sal en las calles todos nos hubi

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AÑO 1977 Había una vez, en un lejano país, en un tiempo muy lejano, una familia que tenía una afición: al acercarse las vacaciones de verano, iban a una tienda, compraban dos carretes de fotos y los gastaban sacando fotos de las vacaciones en la playa. Una foto todos bien colocaditos delante de la cámara, en la playa jugando cerca del mar; una foto todos bien colocaditos del paseo por la tarde helado en mano; una foto de la mamá y las niñas con el mar de fondo; en una de las fotos sale papá, el fotógrafo oficial y encargado de tirar las fotos que mamá piensa que pueden quedar bien para el álbum familiar. Al acabar los días de playa, sol y helados, la mamá regresaba a la tienda donde había comprado los carretes y los dejaba allí. Al cabo de un par de días, la familia entera regresaba a la tienda en busca de su tesoro más preciado: ¡las fotos de sus extraordinarias vacaciones tranquilas en la playa! Sin contar las fotos que habían quedado mal, quizás podíamos tener unas 20 o 30 foto

New York con los cinco sentidos

Me gusta New York. Lo reconozco. Soy urbanita, me gusta perderme por las calles de las ciudades y descubrir sus entresijos, como aquellas tiendecitas entrañables que esconden objetos demasiado viejos, o aquellas calles en las que han caminado gente que hace siglos dejaron su lugar en este mundo, o una pequeña galería de arte con obras de artistas que el mundo seguramente nunca descubrirá. Y New York es una ciudad que me maravilla, me fascina y de la que nunca me canso. Este pasado año tuve la oportunidad de visitarla repetidas veces, ya fuese de escapada romántica, con los niños o con familiares que nos visitaban. Y en todas las visitas, yo regresaba a Boston maravillada por la ciudad que nunca duerme. Y descubrí que New York se vive con los cinco sentidos: Vista: Es el sentido obvio al hablar de New York. Alzas la vista hacia el infinito para conseguir vislumbrar la parte más alta de los múltiples rascacielos de Manhattan. Pero es que sin alzar la vista también observas multit