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Mostrando entradas de febrero, 2016

Soñé con calor

Otro día de trabajo. Corro todo lo que puedo hacia el coche mientras el viento helado impacta en mi cara. Conduzco por la autopista repleta de coches en ambas direcciones, mientras atardece en Massachusetts. Semáforos y más semáforos para finalmente a recoger a los niños, llegar a casa, preparar la cena, cenar, limpiar los platos y conseguir que mis dos churumbeles vayan a la cama antes de las nueve de la noche. Estoy cansada. Afuera el viento apremia y aún quedan restos de la tormenta de nieve que tuvimos la semana pasada. Me meto en la cama, repasando mentalmente si he olvidado alguna cosa y me duermo. Y tengo un sueño. En mi sueño, estamos en un avión vestidos con ropa de abrigo, con la ropa a la que estamos acostumbrados, y aterrizamos en un aeropuerto con los techos de madera, ramas y hojas, con palmeras por doquier y con un sol reluciente dentro de un cielo del azul más maravilloso que he podido contemplar. Un chico simpático nos traslada en coche hacia un hotel de ensueño

Frío

Ropa interior. Camiseta. Pantalones. Jersey. Calcetines gruesos. Botas. Guantes. Chaqueta que te cubra hasta debajo de la rodilla. Gorro. Gorro. Elemento indispensable para que no se enfríe la cabeza y no se congelen las ideas. Con eso, vamos preparados para el invierno. Y con eso, vamos preparados para cuando el frío apremia, pero solo para cubrir el corto trayecto desde el edificio donde estás hasta donde tienes aparcado el coche. Si, porque el frío intenso, este frío que llega a -25 ºC y que con viento acoplado te sume en una sensación de frío infinito, puede helarte las manos en cuestión de segundos. Este frío mantiene el rio y los lagos helados, convierte la nieve en rocas de hielo y traslada gran parte de tu flujo sanguíneo en la nariz, para que parezcas el reno de Santa a la hora de empujar el trineo de la felicidad. Massachusetts es sinónimo de invierno frío. Massachusetts es sinónimo de calor de hogar. Por obligación aunque se vuelva devoción.

Hola, ¿Cómo estás?

En la casa patria, se saluda del siguiente modo en la calle: 1. PERSONA CONOCIDA DE TODA LA VIDA CON LA QUE HAS TENIDO POCO TRATO Yo: "Adiós". Ella: "Adiós". Y punto. Un atisbo de sonrisa asoma en tu boca, por eso de quedar bien. Nadie se ha parado a conversar, las dos hemos continuado nuestro camino en direcciones opuestas. Al cabo de un segundo, tu mente ya no recuerda a quién has saludado o piensa en que quizá esa persona era la prima del hermano de la tía que se casó con José y que la dejó por una mucho más joven. 2. PERSONA DESCONOCIDA Las dos nos cruzamos por la calle. Nadie mira a nadie. Continuamos impasibles nuestros caminos, sin prestar atención la una a la otra. 3. PERSONA CONOCIDA, AMIGA O PARIENTE Yo: "¡Hola!¿Cómo estás?" Ella: "¡Cuanto tiempo, qué alegría!" Las dos nos acercamos y nos damos un beso de mentirijilla en cada mejilla (Básicamente damos besos al aire). Depende de si el individuo en cuestión n

Conduciendo dentro de la tormenta de nieve

De acuerdo. Respiro fuerte. Vuelvo a respirar fuerte. Llave en el contacto. Enciendo el motor y abro la puerta del garage. Marcha atrás, lentamente, poco a poco. La nieve empieza a impregnar las ruedas traseras del coche. Ruido. La nieve impregna también las ruedas delanteras. El ruido continua y el coche parece que sube y baja pequeños montículos que se habían depositado plácidamente delante de la salida antes de que yo los molestara. Respiro fuerte. Respiro otro vez. Soplo. ¡Vamos allá! Conduzco a una velocidad propia de los caracoles para salir a la calle. Freno cada metro, para comprobar los frenos en el suelo nevado y para comprobar si mi mente está preparada para la prueba.  Los frenos funcionan. Mis nervios también.  Intermitente a la derecha aunque no me atrevo a salir hasta que no veo ningún otro coche a dos millas de distancia. Salgo a la calle. ¡Primer paso conseguido! Pongo música para intentar relajarme. Los primeros metros han sido relativamente fáciles de avanza

Voluntariado

Somos muchas las que nos liamos la manta a la cabeza y seguimos a nuestros maridos cruzando mares y montañas. Somos muchas las que, una vez el marido está ya en el trabajo, los niños en el cole y las habitaciones de la nueva casa con todos los detallitos posibles, nos preguntamos: ¿Y ahora qué hago yo con mi vida? En Massachusetts hay un sinfín de posibilidades. Al principio parece que el abanico es infinito, pero vas encontrando limitaciones tales como: - limitación económica: estudiar un curso en una universidad o un college es carísimo; - limitación geográfica: el punto A (donde vives) dista mucho del punto B (donde quieres desenvolupar tu nueva andadura americana); - limitación temporal: tus niños tienen unos horarios bastante difíciles de compaginar con una jornada completa; - limitación americana: sin experiencia americana, es difícil que tu experiencia conseguida en otra parte del mundo (o sea, la que no se llama norteamericana), te sirva de algo; - limitaci